Philippe Croizon convierte su discapacidad en una motivación
p>El Dakar también es una historia de superación. El caso del piloto francés Philippe Croizon es la opción de demostrarse a sí mismo que los imposibles no existen. Este atleta de 48 años, con sus brazos y piernas amputados, aceptó el gran desafío de esta aventura motorizada y está intentando completar los 8.823 kilómetros de la edición en un auto especialmente equipado en Berlín (Alemania).
Croizon no nació discapacitado. Su vida dio un giro inesperado cuando sufrió un trágico accidente que le causó heridas muy graves en sus extremidades. En 1994 amputaron sus cuatro miembros como resultado de una descarga eléctrica de 20.000 voltios que sufrió a los 26 años, cuando intentaba reparar una antena de televisión en el techo de su casa familiar, ubicada en la localidad de Saint Rémy-sur-Creuse.
La transformación de Croizon en un aventurero y ejemplo de superación no transcurrió de la noche a la mañana. Fue un largo proceso que inició cuando estaba tendido en la cama del hospital, solo dos meses después del accidente. Lejos de quedarse a esperar que la vida le pasara por encima, el francés decidió aceptar en 2010 su primer gran desafío: cruzar a nado el Canal de la Mancha. “Fue una idea que se sembró en mi cabeza mucho tiempo antes de realizarlo. Es más, fue mientras estaba en el hospital y me recuperaba del accidente. Es en ese momento que decidí que debía hacer esa proeza para mí, pero también como un mensaje alentador para todos aquellos compañeros que están en desgracia y que han perdido el interés por la vida”.
Pasó 13 horas en el agua uniendo las costas de Francia e Inglaterra a través del Canal de la Mancha; luego se propuso unir los cinco continentes a nado. En mayo de 2012 completó la prueba entre Australia y Asia -20 kilómetros entre Papúa-Nueva Guinea e Indonesia- en siete horas y media; en junio cruzó el mar Rojo desde Egipto a Jordania -19 kilómetros- en cinco horas y en julio completó sus hazañas al cruzar el mítico Estrecho de Gibraltar desde Tarifa a Tánger -14 kilómetros- en menos de cinco horas.
Su tono es jocoso y juguetón: transmite felicidad, alegría y ganas de vivir. Tanto en la preparación extensa para esta edición del Rally Dakar como en sus días de travesía disfruta la complicidad de su copiloto Cedric Duple.
Esa ilusión contrasta con la frase resonante que pronunció en una entrevista con la BBC, en la que confesó que en la semana posterior al accidente prefería morirse.
“Mi familia me ayudó mucho a superar aquel momento: tanto mi mujer Suzana como mis hijos Jérémie y Grégory. Me disculpé con la muerte por haber luchado contra ella y me decidí a vivir”, explicó Croizon, quien además ostenta el récord de buceo en profundidad para un cuádruple amputado con 33 metros logrado en 2013 en Nemo 33, un complejo acuático ubicado cerca de Bruselas.
En 2016, el desafío personal de Croizon fue más allá: se metió en su cabeza correr el Dakar. Para conseguir este objetivo debió convencer a la organización de aceptarlo para formar parte de la legendaria caravana y luego conseguir un auto que se adaptara a su discapacidad, en un camino que ya habían transitado en esta prueba Albert Llovera, Isidre Esteve (que marcha 40° en esta edición del rally) o Alberto Prieto.
“Philippe es una persona muy interesante, es muy fuerte. Su espíritu de superación es el mismo que tiene esta competencia”, afirmó el director del Dakar, Etienne Lavigne. “Le aceptamos la inscripción porque él ya tiene una licencia deportiva otorgada por la Federación Internacional del Automóvil y porque superó exitosamente el examen de extracción del auto, algo que le fue realmente fácil de hacer. Es una persona que gusta de los desafíos, también de la aventura y no teníamos por qué impedirle lograr su deseo”, declaró Lavigne a la agencia DPA.
Fue vital la ayuda económica del príncipe catarí Nasser Al Attiyah, doble campeón del Dakar en 2011 y 2015 y fue con su espíritu olímpico (fue dos veces atleta por su país en Londres 2012 y Río 2016) que donó 100.000 euros para que el galo financiara su participación junto con el experimentado Yves Tartarin, jefe de equipo con una experiencia de 18 participaciones en el Dakar.
Para guiar su buggy BMW, Croizon utiliza un joystick (un control parecido al de un videojuego), que utiliza para acelerar, frenar y girar el volante. Casi todo lo hace con el brazo derecho; el izquierdo solamente lo utiliza para encender las luces y poner la marcha atrás. “Llegamos a este desafío y espero poder saludar a todos desde la rampa de Buenos Aires. Detrás de esta sana locura hay doce personas de asistencia y muchas horas de preparación, expresó.
Fuente: El Telégrafo
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